miércoles, 10 de noviembre de 2010

Un amor no correspondido

Los primeros en ir a dormir fueron los gemelos. Les siguió Eliseo que se encontraba cansado por haber conducido varias horas.
El fuego del hogar era muy agaradable a aquellas horas de la noche. Las luces de la casa estaban apagadas. Nos alumbramos con velas y el resplandor de la hoguera.
Matías estaba placidamente recostado en un sofá de capitoné de color burdeos. Llevaba una bata de terciopelo estampada con letras chinas. Era un poema.

EN LAS MONTAÑAS, A UN AMOR PERDIDO

No advertí tu leve paso

en las aguas arrugadas de mis sueños,

el amanecer azul del rio

mezcló tus pies transparentes

con las hojas doradas del otoño.



¿Me habrías amado ciegamente?

¿Habrías lavado tus cabellos

en el vino oscuro de mis labios?



Ya sólo te puedo ofrecer el viento de mi amor

y la blanca canción de mis huesos helados.



Wang Bai-Yi (681-752)

(Traducción: L. Tamaral

Me sentí muy feliz observando la belleza de mi amigo. Su piel de un blanco nacarado relucía al resplandor de las llamas. En la mano izquierda sujetaba una copa de vino tinto. El color de este vino se fundía con el de sus labios que contrastaban aún más en la penumbra en la que nos encontrábamos. Hubo un fugaz momento en el que me miró profundamente y creí vislumbrar el nacimiento de una furtiva lágrima que rápida y disimuladamente secó con la mano derecha. Al hacerlo me fijé que llevaba puesto el anillo que le regalé en su dieciocho cumpleaños. Yo siempre supe de su silencioso amor por mí. Un silencio que nunca se había roto. Parecía haber un pacto entre los dos del que nunca habíamos hablado. Siempre había estado claro que mi amor por él sólo era filial. Precisamente lo que me hacía quererlo más era el respeto con el que él se comportó siempre, en relación a este tema. Yo siempre estuve enamorado de Eliseo. Desde el momento en que lo vi por primera vez en el mercadillo.
Lentamente depositó su copa sobre la mesa velador, se incorporó tan suavemente como lo haría un angel flotando sobre la alfombra. Pasó suavemente sus manos sobre mis hombros y, sin decir nada, le vi desaparecer al final de la escalera que llevaba a los dormitorios.
 
Me quedé solo viendo como las llamas de la chimenea bailaban una danza imaginaria con las sombras que ellas mismas proyectaban. Me levanté para tomar la última copa. Me gustaba hacerlo a solas conmigo mismo y mis pensamientos. Sobre la mesa de comedor seguía la cajita donde se guardaba la alaja encontrada hacía tantos años. Sabía que todos esperaban que fuera yo quien la abriera y así lo hice. Al abrirla un rayo de luz inundó la estancia y me cegó por un momento. De nuevo sentí como si la alfombra se moviera bajo mis pies, La sala giró a mi alrededor y me vi de nuevo en la misma playa dorada donde mi amigo Obiajulu sembró una lágrima...

5 comentarios:

Vaquero Jack dijo...

Querido Juan, bonito capitulo. Me gusta la posiblidad de que vuelva Obiajulu al panorama.

Gracias por la continuidad.

Un abrazo,
VJ

TUT dijo...

Delicioso relato. Yo también como Jack espero la continuación del cuento que promete.

Un abrazo.

KUSH dijo...

Nice words put together to form an art of masterpiece.
I like your blog.

KUSH dijo...

Trato de mi difícil elevar el nivel de los poemas de mi amor.
Por favor, aprende rápidamente, querido amigo.
Tanques por tu comentario millón de dólares.
Estas líneas se escriben utilizando traductor de google .

juandresan dijo...

Gracias mi querido amigo KUSH.